Latinoamérica es uno de los destinos estratégicos de las empresas españolas por tradición. El comienzo del siglo XXI trajo consigo una época de bonanza que ha desembocado en un período actual de inflexión, motivado por la preocupación que genera la inestabilidad política. Sin embargo, es patente que para las empresas españolas, América Latina sigue siendo un mercado prioritario, como evidencia el reciente informe sobre Panorama de Inversión de España en Latinoamérica que ha publicado el Instituto de Empresa (IE) y que entre sus conclusiones apunta que se prevé que el 77% de las corporaciones españolas en la región aumenten sus inversiones en los próximos meses. 

En este sentido, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas, ha realizado un llamamiento global para alertar de la contracción económica que ha experimentado Latinoamérica en 2016 (por segundo año consecutivo), que se basa en parte en incentivar el cambio en las estructuras tributarias de los países, tal y como como explica en su Estudio Económico de 2016 la CEPAL. Entre sus objetivos, cabría destacar la necesidad de combatir la evasión y la elusión fiscal, y de promover coaliciones público-privadas que ayuden a canalizar las financiaciones externas hacia objetivos sólidos de desarrollo.

Estos puntos no solamente encajan con la perspectiva cortoplacista de crecimiento que se espera de la región, también tienen un sentido estratégico a futuro que coincide con los objetivos acordados en el XXXVI período de sesiones de la Comisión. Promover la transparencia en los procesos de inversión extranjera o fomentar la igualdad, son algunas de las herramientas que se han acordado desarrollar hasta el 2030 para cumplir con los objetivos de desarrollo, especialmente aquellos que hablan de desarrollo sostenible.

Como representante de una compañía con intereses en Latinoamérica, uno de los criterios más importantes a la hora de materializar la inversión es que el proyecto ofrezca todas las garantías legales y que tenga visos de convertirse en una colaboración a largo plazo, lo que facilitará la implantación de una forma más eficiente del know-how de una compañía para que al final el beneficio sea mutuo, algo de lo que también hablo en este artículo sobre las perspectivas gasistas en Latinoamérica.

En esta línea, el pasado mes de septiembre tuve la oportunidad de asistir a un foro organizado por el diario El País en Nueva York, donde participé como ponente en el panel sobre “Sectores en la Economía Global”. Coincidí con los ponentes del foro en remarcar la necesidad de fortalecer la entrada de capital inversor en Latinoamérica de manera prioritaria como uno de los drivers principales de oportunidad crecimiento para las empresas españolas.