El 97% de los inversores institucionales evalúa la información medioambiental, social y de gobierno de las compañías que tiene en el radar antes de decidirse a invertir en ellas, leía hace unos días en el estudio Climate Change and Sustainability Survey 2018 elaborado por EY. La importancia de la información ESG (Environmental, Social & Governance) está en alza: un año antes, en 2017, el porcentaje de los inversores que se preocupaban por estos temas era del 78%.

En la misma línea se pronunciaba Larry Fink, el CEO de BlackRock, en la carta que cada año nos envía a todos los primeros directivos de las empresas en las que su compañía invierte, y en la que apunta que, cada vez más, “los asuntos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo cobrarán una mayor importancia en la valoración de las empresas”.

Estamos en plena temporada de juntas de accionistas –celebramos la de Enagás hace unas semanas- un evento anual clave para cualquier sociedad cotizada, que también han ido evolucionando en los últimos años acorde a esta tendencia. La gran novedad de los últimos tiempos es que la perspectiva del accionista ha cobrado un legítimo protagonismo sin precedentes. La transformación digital ha favorecido que hoy estos tengan más información y mayor capacidad de interactuación y, por tanto, sean cada vez más exigentes.

Los accionistas influyen y deciden en las compañías cotizadas no solo en el desempeño financiero y la rentabilidad, sino también en cuestiones ambientales, sociales y de gobierno, es decir, ESG, pues entienden que si la compañía no es sostenible desde estos puntos de vista, no será rentable a largo plazo.

El entorno ha cambiado y la lucha contra el cambio climático, la diversidad de género, la gestión ética o la calidad del empleo han pasado a ser preocupaciones clave en nuestras sociedades. Una ciudadanía cada vez más concienciada implica también accionistas e inversores cada vez más interesados en poner su dinero en compañías con políticas serias, sólidas y responsables, una sensibilidad que se incrementó tras la crisis económica mundial de 2008.

En este contexto, una figura ha ido aumentando su importancia e influencia en los últimos años: los proxy advisors, o agencias de asesoramiento de voto, que revisan con lupa los temas de Buen Gobierno de las empresas. Cada vez más, los accionistas institucionales y fondos de inversión siguen sus recomendaciones sobre qué postura tomar ante las diferentes votaciones en las juntas de accionistas.

Más allá de los grandes inversores, también los accionistas minoritarios exigen ser escuchados y tenidos en cuenta, y dedicar tiempo y recursos a escuchar y comprender sus intereses es fundamental para cualquier cotizada.

El reporting es un punto clave. Este año ha entrado en vigor la nueva Ley de Información No Financiera y Diversidad, con la que nuestro país eleva su nivel de exigencia en transparencia con respecto la información medioambiental, social y de gobierno. Aunque, en general, las compañías del Ibex35 ya tenemos una trayectoria considerable en reportar este tipo de información, la nueva norma va a suponer un impulso determinante por dos motivos: porque pasa de ser una información que se reportaba voluntariamente a ser obligatoria por ley, y porque se equipara la información no financiera al mismo nivel que la financiera.

Sin embargo, ya no basta con comunicar con transparencia pero unilateralmente.

Hoy tenemos que apostar por una interacción bidireccional. Conocer las opiniones y expectativas de los accionistas sobre nuestra gestión nos aporta valor, por supuesto en las juntas generales, que son una buena oportunidad para ponerlas de manifiesto, pero también en el día a día.

El Buen Gobierno Corporativo es, por tanto, un tema crucial para cualquier compañía. No es un lavado de cara, o un trámite que pasar sin más dificultad, sino un verdadero reto en la gestión de las empresas y creo que esto es muy positivo para incrementar la transparencia y la confianza. Las empresas cotizadas, en general, llevamos tiempo trabajando en ello con importantes avances.

En el caso de Enagás, con un 95% de free float, y un 75% de inversores internacionales, el Gobierno Corporativo es un punto fuerte de nuestra compañía por la importancia y la autoexigencia que venimos teniendo con este tema desde hace años, siempre adelantándonos a la normativa en muchos asuntos de gobernanza que después han sido obligatorios o recomendados por las buenas prácticas más exigentes.

Las compañías comprometidas con autenticidad y propósito con el Buen Gobierno no tenemos que tener miedo a este desafío. Tenemos que dar ejemplo y seguir demostrando que con transparencia, accesibilidad, diálogo y colaboración, esto es una oportunidad para todos: accionistas, empresas y sociedad en su conjunto.