La contaminación en Madrid ocupa desde hace varios días las portadas de los diarios. A los niveles de polución que ya eran alarmantes en los últimos meses, se ha sumado un otoño especialmente cálido que hace aún más densa la boina que cubre la capital. Limitar la velocidad en ciertas zonas o prohibir el aparcamiento en el centro son algunas de las medidas que ha puesto en marcha el Consistorio estos días, pero ¿se pueden impulsar otro tipo de medidas?

En España, en la actualidad, más del 70% de los coches son diesel y alrededor del 20% son gasolina. Es decir, cerca de un 90% de los vehículos que circulan ahora mismo por nuestras carreteras son altamente contaminantes.

En mitad de estas cifras, un dato alentador y además muy reciente: un 4% de los vehículos que adquirieron los españoles hasta el mes de agosto utiliza motores “alternativos”. En este grupo se engloban los coches híbridos, eléctricos y los propulsados por gas natural comprimido (GNC). ¿Y por qué estos vehículos están exentos de las restricciones que ha impulsado el Ayuntamiento de Madrid? Pues porque como han explicado desde el gobierno local, “el uso del GNC en vehículos disminuye significativamente el impacto ambiental al eliminar prácticamente las emisiones de óxidos de azufre (SOx), reduce un 75% las emisiones NOx y hasta un 25% las emisiones de dióxido de carbono”. En este contexto, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo cuenta con una Estrategia de Impulso del Vehículo con Energías Alternativas (VEA) en España 2014-2020.

El de Madrid es el más cercano pero no es un caso aislado. La mayoría de las acciones que se aplican en núcleos con más de 200.000 habitantes, cuentan ya con el asesoramiento de expertos que les ayudan a decidir y llevar a cabo medidas de impacto. Entre ellas, la prohibición ya vigente de acceder en coche a ciudades como Estocolmo, Viena, Oslo o Helsinki donde nos llevan varios años de ventaja en esta materia.

En Londres se optó hace años por imponer una tasa semanal o peaje para los que quieren acceder al centro de la ciudad con sus vehículos. Aunque esta medida ha desincentivado la circulación en el centro,  no está exenta de polémica.

En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha convertido su ‘Plan Anti-Pollution’ en uno de los ejes prioritarios de su programa político. Este verano y ante unas tasas que hacían poner el grito en el cielo -sólo en Francia fallecen 48.000 personas al año de forma prematura por la contaminación-, entró en vigor la normativa que regula el tráfico en el centro de la ciudad. A ello, habría que sumar las facilidades que el Gobierno francés está aprobando para la compra de vehículos ecológicos, como el caso del gas natural vehicular.

Hablar de ventajas ambientales es también en muchos casos hablar de ahorro económico. En el caso del gas natural vehicular supone alrededor de un 30% por kilómetro con respecto al diesel y en el caso de la gasolina representa un 50%. La inversión a corto plazo es más que rentable pero reconozco que en muchos casos, el coste que supone la adaptación de un motor tradicional a uno de gas o la compra directa de un vehículo con GNC, es una inversión a priori algo más elevada.

Por este motivo, desde Enagás nos hemos propuesto fomentar el uso de vehículos a gas entre nuestros empleados, para que se beneficien de un programa de subvención en el momento de la compra y una segunda ayuda para repostaje.

La solución al gran problema de la contaminación urbana no es fácil y, desde mi punto de vista, hay que potenciar medidas más de fondo que la prohibición de circulación de forma aislada o la imposición de tasas, que siempre es polémica. Por una parte, es clave una política activa de fomento y mejora del transporte público, y por otra el desarrollo de políticas y acuerdos generales para el impulso de vehículos menos contaminantes, entre ellos los impulsados por gas natural vehicular. En Enagás estamos trabajando en esta dirección y estamos dispuestos a colaborar en iniciativas  que tengan como objetivo la reducción de la contaminación urbana.