“La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo a nuestros hijos” es una cita repetida pero muy cierta. Hace ya varias décadas que el Planeta y la puesta en marcha de medidas que frenen su envejecimiento, han pasado a ocupar un lugar central en la agenda. Cada 5 de junio, desde 1973, conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente (DMMA) para recordar la responsabilidad de todos en este cometido.

Todavía es reciente la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático, COP 21, que congregó en París a los principales líderes internacionales para revisar el estatus de los objetivos acordados en foros anteriores y definir nuevas líneas de actuación futuras. Este encuentro marcó un hito histórico con la aprobación unánime de un acuerdo universal para frenar los efectos del cambio climático, una meta en la que estoy plenamente implicado.

Pese a los avances y compromiso adquiridos, queda un largo camino por recorrer y, en este camino, las compañías energéticas tenemos mucho que aportar. El gas natural es el combustible fósil con menor impacto ambiental. Respecto a los derivados petrolíferos como el fuel o el gasóleo, más contaminantes, no solo permite una importante reducción de emisiones de CO2, sino que emite hasta un 70% menos de NOx al entorno y reduce al 100% la emisión al entorno de contaminantes como el azufre.

En esta línea, la innovación juega un papel clave. Enagás lidera el proyecto Core LNGas hive, una iniciativa que involucra a más de 40 entidades, organizaciones y empresas de España y Portugal para impulsar el uso del gas natural licuado (GNL) como combustible. Esta iniciativa, cofinanciada por la UE, está en línea con el objetivo europeo de apostar de forma decidida por el GNL como alternativa de combustible más limpio para buques y camiones de transporte de mercancías. Gracias a esta concienciación frente al cambio climático, las normativas europeas apuestan por la descarbonización a través de una mayor sensibilidad ambiental en el transporte mediante unas limitaciones más exigentes de las emisiones.

Estas actividades son sostenibles desde el punto de vista medioambiental y también económico. Con inversiones relativamente pequeñas, se puede desarrollar todo un sector económico con mucho futuro como es el de la utilización de gas natural como combustible. Con ocho plantas de regasificación, la Península Ibérica cuenta con una posición geoestratégica privilegiada como punto de encuentro de las rutas marítimas este-oeste y norte-sur.

El gas natural es, además, el compañero natural de las energías renovables, como la eólica o la solar, debido a su papel de respaldo en la generación de electricidad en los momentos de ausencia de viento o de sol.

Desde el punto de vista corporativo, la Política de Medio Ambiente de Enagás recoge una serie de líneas de acción que marcan los valores de nuestra compañía. Entre ellas se encuentra la reducción del consumo energético, la generación de electricidad a partir de la energía residual que producimos en nuestras plantas, la reducción de emisiones de C02 y la limitación del ruido. ¿Y esto cómo se traduce en cifras? Simple. Gracias a este esfuerzo, hemos conseguido reducir la huella de carbono un 47% y evitar la emisión de más de 42.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.

Además, para el periodo 2016-2018 nos hemos fijado el objetivo de continuar reduciendo las emisiones en un 30%. Otra meta que nos hemos marcado es alcanzar la autogeneración de un 35% de la energía eléctrica consumida en nuestras infraestructuras en 2020.

Pero la lucha por defender la Tierra no es sólo cosa de empresas y políticos. Cada uno de nosotros somos responsables de cuidar el entorno que hemos heredado y mantenerlo vivo para asegurarle a las generaciones venideras el préstamo que nos han concedido.