Uno de los emprendedores con más talento de todos los tiempos, Henry Ford, decía que “el fracaso es sólo un lugar para descansar y una oportunidad para empezar de nuevo y de forma más inteligente”. En nuestra sociedad a menudo cuesta encontrar cabida al fracaso, a pesar de que en otros países es algo que se asume con naturalidad y se concibe como una etapa más del proceso creativo.

Los emprendedores saben perfectamente lo que significa el ensayo-error-ensayo-acierto, la única fórmula inherente en cualquier proyecto. En Europa, alrededor de un 8% de los ciudadanos son emprendedores, una cifra superior a la media de España, donde esta tasa supera modestamente los 5 puntos, según publica este estudio publicado por Global Entrepreneurship Monitor (GEM) España.

El perfil tipo del emprendedor español es un hombre, de entre 35 y 45 años, con formación universitaria, que cuenta con experiencia profesional previa y que se lanza al emprendimiento por distintas motivaciones como la claridad, confianza y convencimiento en su proyecto, o incluso diversas circunstancias profesionales  como podría ser la falta de expectativas de promoción en su empresa, despido o necesidad de asumir más liderazgo y responsabilidad. En este escenario, afortunadamente las mujeres empiezan a ocupar también un papel relevante y como recoge el Informe GEM, la brecha de género ha disminuido un 6% desde 2012 y ya son más de 650.000 las emprendedoras en nuestro país.

La principal traba -en ambos sexos- en la carrera por el emprendimiento es la falta de financiación, algo que han subsanado muchos de estos profesionales con el desvío de su inversión hacia otros países. Y, aludiendo a las palabras con las que iniciaba este artículo, el miedo al fracaso es otro de los principales frenos.

Promover el emprendimiento no es una obligación, es una necesidad, especialmente si tenemos en cuenta el contexto financiero que atravesamos. Estados Unidos, país histórico de emprendedores, se ha convertido en el paradigma de la gestación de empresas y a esto se debe un aspecto que han tenido muy en cuenta desde el principio: la innovación. En esto la iniciativa privada y el impulso universitario se han convertido en los motores que más han acelerado el proceso y han transformado a estados como California en auténticas incubadoras de progreso.

Europa se aproxima con impulso al modelo estadounidense con varios “Silicon Valleys” repartidos en el mapa como, como por ejemplo, el Paris-Saclay. También tenemos buenos referentes entre las iniciativas promovidas por gobiernos del Viejo Continente, como es el caso de la  Enterprise-Ireland, una sociedad impulsada por el Ejecutivo irlandés que promueve la financiación de start-ups a través de la venta de pequeñas acciones.

España camina a un ritmo más pausado en innovación y en emprendimiento pero poco a poco está consiguiendo subirse a la ola para no desperdiciar el gran talento innovador que tenemos en nuestro país. Con el objetivo de poner en valor las ideas de los emprendedores y especialmente las especializadas en el sector energético, hemos lanzado recientemente Enagás Emprende como vehículo a través del cual canalizaremos nuestra participación en proyectos de emprendedores, y el Programa de Emprendimiento Corporativo e Innovación Abierta de Enagás, una iniciativa que se pone en marcha a través de sus premios Ingenia Business, que busca los proyectos de I+D más destacados de nuestros propios empleados para ponerlos en marcha.

La primera iniciativa que hemos auspiciado a través de este formato es VIRA Gas Imaging, que busca encontrar y poner en marcha soluciones innovadoras para detectar emisiones de gas a través de la tecnología de infrarrojos. Además de Enagás y VIRA, en este proyecto participará muy estrechamente la Universidad Carlos III de Madrid, una triple entente que sin duda, marcará el inicio de un programa ilusionante para todos los que formamos parte de esta Compañía y para el sector de la energía en general.