Hoy 25 de noviembre es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Como dice ONU Mujeres, “para combatir eficazmente la violencia de género, es necesario entender bien la cuestión”, en qué consiste, de dónde viene. Obviamente no soy una voz autorizada ni experta en este tema, pero a raíz de leer y reflexionar sobre ello, quiero compartir tres ideas que me parecen relevantes:

La primera es asumir que la violencia contra las mujeres es un grave problema estructural a erradicar por el conjunto de la sociedad. Uno de los principales avances en las últimas dos décadas ha sido precisamente esta evolución de la percepción social: se ha dejado de abordar la violencia de género como un asunto que pertenece a la esfera privada y se ha pasado a visibilizarla.

La segunda es comprender que la violencia es más que una conducta puramente física. Nos horrorizamos ante el hombre que asesina a su pareja o un joven que golpea a su novia porque son actos explícitamente violentos. Que son la punta del iceberg, pues la violencia contra mujeres y niñas adopta una diversidad de formas, desde la sexual a la psicológica, algunas de ellas infinitamente más sutiles, incluso casi invisibles.

La tercera y última idea es otro mito a derribar: las mujeres víctimas de violencia de género no responden necesariamente a un perfil determinado, ni psicológico ni socioeconómico. Tener estudios universitarios o un estatus social alto no impide que se pueda sufrir maltrato, y la vergüenza al qué dirán, que en muchos casos es un freno para denunciar, puede afectar por igual a todo tipo de mujeres. Es importante romper con estereotipos y no estigmatizar.

Por supuesto, y en sus múltiples manifestaciones, la violencia de género contra las mujeres también puede producirse en el entorno laboral. Por tanto, las empresas tenemos que ser parte de la solución. No solo por esta razón, también porque un trabajo —y la independencia económica y el refuerzo a la autoestima que puede proporcionar— es lo que permite a muchas mujeres salir de la espiral de la violencia y rehacer su vida.

Cada vez más compañías estamos sensibilizadas y activas en la lucha contra esta lacra social y ya somos casi 130 empresas adheridas a la Red de Empresas por una sociedad libre de Violencia de Género, iniciativa promovida por el Ministerio de Igualdad a la que en Enagás nos unimos en 2015.

En líneas generales, ¿cómo podemos contribuir y estamos contribuyendo las empresas comprometidas con la igualdad de género y la diversidad e inclusión?

     1. Garantizando que somos espacios seguros, con tolerancia cero al acoso y en los que las actitudes discriminatorias no tienen cabida.

     2.Contratando y/o contribuyendo a la empleabilidad y normalización social de mujeres que han sufrido violencia de género. Me enorgullece especialmente que cada año profesionales de Enagás aporten su tiempo y sus conocimientos y experiencia para impartir como voluntarios/as talleres formativos a mujeres en situación de especial vulnerabilidad, con sesiones de motivación y comunicación; nociones de derecho laboral, contabilidad y fiscalidad; cómo hacer un buen CV o formación en primeros auxilios.

     3.Visibilizando y sensibilizando sobre esta violencia, un problema que no es individual sino social, ante el que no podemos mirar para otro lado y ser cómplices con nuestro silencio. Al contrario, todos y todas podemos contribuir al cambio y esa es la razón que me ha llevado a publicar este post.