Los países del norte de África han sido históricamente proveedores estratégicos para la seguridad energética de la Unión Europea. En concreto Argelia es el tercer suministrador de gas a Europa por detrás de Rusia y Noruega, con un 5% de las importaciones por gasoducto y un 28% de las importaciones de Gas Natural Licuado (GNL), lo que se traduce en un 8% de las importaciones totales al continente europeo. España resulta uno de los socios clave del país africano, del que provienen buena parte de los aprovisionamientos totales en la Península, siendo la empresa argelina Sonatrach el principal aliado de nuestro país en el mercado del gas.

El 23 y 24 de mayo se celebró el primer Algeria-European Union Business Forum en Argel en el que he participado como presidente de Enagás para tratar los desafíos que tienen por delante las empresas energéticas europeas en el desarrollo de un marco común de trabajo.

El fortalecimiento de la cooperación energética entre la Unión Europea y los países del Norte de África es un punto de partida fundamental para la contribución al crecimiento económico y el desarrollo social de la región. Un esfuerzo que conseguirá, a la vista de otras experiencias internacionales, fomentar la atracción del talento tecnológico y el apoyo financiero de empresas extranjeras y bancos internacionales en el desarrollo de nuevas posibilidades de negocio en el país.

En un momento en el que la Unión Europea está avanzando en el desarrollo de un verdadero mercado interior de la energía, el norte de África se presenta como un aliado clave para la consecución de los objetivos establecidos en materia de política energética. Las conexiones directas que España tiene con Argelia, país que ha demostrado ser un proveedor fiable de gas natural a lo largo de los años, y la fortaleza que la Península tiene en materia de gas natural licuado, con sus ocho plantas de regasificación, podrían contribuir a reforzar la seguridad de suministro y la competitividad del continente europeo, con una adecuada capacidad de interconexión a través de Francia.

España, como puente entre ambos continentes y líder en el transporte de energía,  juega un papel clave en este contexto  y puede ser la perfecta puerta de entrada de gas a Europa.