Hoy 9 de mayo celebramos el Día de Europa coincidiendo con el aniversario de la histórica declaración de Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores que en 1950 propuso una nueva forma de cooperación que impidiese otra guerra mundial, y puso las bases de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), origen de la Unión Europea.
Este año conmemoramos el Día de Europa en un momento decisivo para el futuro de la Unión.
El desenlace del Brexit, más de dos años después del referéndum en el Reino Unido, sigue en el aire, con una posible salida sin acuerdo como el peor de los escenarios. Pero ¿es el Brexit el gran acontecimiento del año para la Unión Europea? Si atendemos al protagonismo mediático que está acaparando, podríamos pensar que sí. Se resuelva de un modo o de otro, está claro que marcará un punto de inflexión en la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, y afectará a todos sus miembros, incluida España.
Pero hay otro hito inminente, tanto o más crucial para el futuro de la UE: las elecciones europeas del 26 de mayo. La Unión es consciente de que existen dos riesgos principales, por una parte la posibilidad de una baja participación, que restaría legitimidad, y, por otra, el auge de fuerzas políticas euroescépticas y populistas, que si bien hoy no tienen como objetivo seguir los pasos del Reino Unido, sí suponen un desafío a la configuración de la UE tal y como la conocemos. Ante ese avance de las fuerzas centrífugas, que tienen un efecto desmembrador, los europeístas convencidos debemos potenciar las fuerzas centrípetas y buscar más que nunca el entendimiento, la colaboración y la cohesión.
En un momento en el que el entorno mundial es cada vez más complejo e incierto, los retos a los que se enfrenta Europa son considerables: la globalización, la desigualdad post-crisis económica, la preocupación por el cambio climático y la creciente presión migratoria, así como las relaciones con las otras grandes potencias mundiales como Estados Unidos Rusia y China.
En este contexto, el nuevo ciclo político que comenzará tras estos comicios va a ser determinante para la evolución del proyecto de integración europeo.
Desde un punto de vista energético, continuar avanzando en esa integración es fundamental. La llamada Unión de la Energía, puesta en marcha en 2014 con el objetivo de contar con energía segura, competitiva y sostenible a lo largo de toda la UE, ha supuesto importantes progresos hacia un mercado más integrado.
Un ejemplo de colaboración entre países para contribuir a la cohesión europea, en este caso energética, es el corredor transfronterizo Trans Adriatic Pipeline (TAP), que permitirá suministrar a Europa gas del mar Caspio. Enagás participa en este gran gasoducto, que empieza en la frontera de Turquía con Grecia y llegará hasta el sur de Italia, en un recorrido de 878 kilómetros pasando por Grecia y Albania. Este proyecto, clave para la seguridad de suministro europea y, como tal, declarado “de interés común” por la UE, entrará en funcionamiento a mediados de 2020.
Europa, además, lidera el que es sin ninguna duda uno de los grandes movimientos de nuestro siglo, la transición energética, con los objetivos más ambiciosos del mundo en materia de clima y energía. Para ello, es imprescindible contar con políticas comunes de reducción de emisiones, para que todos los países contribuyamos de la misma manera a los objetivos comunitarios. Siempre sin perder de vista la competitividad, un factor determinante en un mundo cada vez más globalizado.
España es uno de los países que está empujando con fuerza los objetivos europeos de descarbonización. El Gobierno español aprobó en febrero en Consejo de Ministros el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que se remitió a la Comisión Europea y supone la hoja de ruta a seguir y los plazos a tener en cuenta para avanzar hacia una economía descarbonizada.
Somos un país claramente europeísta. Según el último Eurobarómetro, un 75% de los españoles opina que es positivo y beneficioso para España el pertenecer a la Unión Europea, por encima del 68% de media de los 28 estados miembros.
Las elecciones europeas del 26 de mayo y la nueva legislatura son una oportunidad para seguir construyendo una Europa unida y cohesionada, que será una Europa más fuerte y apoyada por sus ciudadanos. España ha ido ganando peso como estado miembro y puede tener un papel clave que jugar como socio principal de Francia y Alemania, aportando con proactividad nuestra visión para un futuro mejor para la UE.