El “superciclo” que ha vivido la industria de Oil&Gas en los últimos años, el más largo período con precios sostenidos por encima de los 100 $/barril, ha llegado a su finEl precio del crudo durante 2015 ha profundizado su desplome iniciado en el último trimestre 2014, pasando de su pico de 115 USD/b en Junio de 2014 a niveles en enero de 2016 por debajo de los 30 USD/b.

Factores del desplome del petróleo

Una confluencia de factores explican esta brusca caída en la cotización del crudo: ante todo, la llegada masiva al mercado de los nuevos recursos no convencionales, en un contexto de desaceleración del crecimiento de la demanda de los países emergentes, especialmente China, y la decisión de Arabia Saudí de modificar el statu quo de la estrategia de la OPEP, en su reunión de noviembre de 2014, apostando por un mantenimiento de su producción, y dejando a partir de entonces a las puras fuerzas del mercado la tarea de determinación del precio del crudo.

Dos factores adicionales como son la apreciación de la divisa americana (y la devaluación del yuan) y el fin del embargo internacional a Irán, que añadirá una importante fuente adicional de suministro al mercado internacional de crudo, llevan a un creciente consenso sobre el mantenimiento de un bajo nivel de precios en los próximos años.

En este contexto, los inventarios —almacenamientos y capacidad logística de la cadena de suministro del crudo— están cercanos a su capacidad máxima, momento en el cual los precios podrían caer de manera drástica hasta igualar los costes variables del barril marginal, esto es, de la última fuente de suministro requerida para cubrir los movimientos de demanda, en la parte baja de la curva agregada de los costes de suministro.

¿Estamos ante un nuevo ciclo en la industria del petróleo?

A futuro sin embargo el gran interrogante no es cuánto más puede bajar el precio del petróleo, algo que nadie hasta ahora ha sido capaz de predecir dado el gran número de variables que pueden influir en este mercado, sino si estamos ante un nuevo ciclo en una industria tradicionalmente cíclica derivada de una estructura de altos costes fijos y largos períodos de maduración, o si por el contrario, se ha producido un cambio sustancial en los fundamentales del negocio de oil&gas.

Ciertamente, los precios de otras commodities (cobre, platino, plata, maíz, azúcar…) también han caído de forma importante en los últimos meses, y la fortaleza del dólar ha contribuido a la caída de los precios. Pero a diferencia de ciclos anteriores, en que la caída del precio del crudo había sido consecuencia de la debilidad de la demanda, nos encontramos ahora ante un shock de oferta, derivado del incremento espectacular de la producción no convencional (shale) de EE.UU., país que se ha convertido en el nuevo swing producer.

Con las técnicas actuales, los recursos no convencionales son potencialmente ilimitados.  Por otra parte, dichas técnicas han producido un cambio fundamental en los economics de la industria.  La industria no convencional, basada en perforaciones múltiples dentro de un mismo yacimiento, que permite poner rápidamente la producción en el mercado y que presenta tasas de declino igualmente rápidas, tiene una estructura de costes mucho más flexible, con un mayor peso de los costes variables y con gran potencial en términos de ganancias de productividad, característica propia de las industrias de producción en serie.

Mientras la curva oferta es cada vez más elástica y sensible al precio, la elasticidad-precio de la demanda se está reduciendo por razones tanto estructurales como cíclicas (menor crecimiento económico, impacto del tipo de cambio, eliminación de subsidios existentes o peso muy elevado de impuestos en precios finales), y se ve afectada además por variables ajenas al mercado o drivers de naturaleza regulatoria. Como resultado de las políticas medioambientales de los gobiernos, la intensidad energética de la economía mundial en conjunto se está reduciendo, y por vez primera en los últimos años se ha observado un claro desacoplamiento de la demanda energética mundial del crecimiento económico, que ha sido particularmente acusado en Europa.

A ello se une la desaparición de la red de seguridad o insurance policy que hasta la fecha suponía la política de cuotas y consiguiente restricción de la producción en el mercado por parte del cartel de la OPEP, que en la práctica, venía a asegurar un suelo de precio para los nuevos proyectos.  Ahora, Arabia Saudita, de mantener su actual estrategia de producción consistente en la monetización de sus reservas y defensa de su cuota de mercado, abandonando su papel de regulador de precio, puede desplazar por coste una enorme cantidad de barriles de petróleo del mercado.

Mientras en el pasado la preocupación fundamental de la industria de oil&gas era tener recursos o reservas suficientes para atender una demanda creciente y compensar las tasas de declino, ahora los accionistas de las empresas energéticas exigen rentabilidad y el entorno de bajos precios magnifica las distintas estructuras de costes. En el contexto actual es más que probable que los recursos más caros de explotar se queden en el subsuelo.

Lo cierto es que las nuevas inversiones en oil&gas se enfrentan a un nivel de incertidumbre sin precedentes. Para una industria que moviliza ingentes volúmenes de inversión, obligada a soportar el worst case scenario, parece no haber suelo de precio. Sin embrago, en la mayor parte de países productores, los ingresos por las exportaciones de petróleo son decisivos en sus presupuestos nacionales, por lo que políticas prolongadas de precios muy bajos  pueden tener graves consecuencias sociales.

En esta disyuntiva, el futuro es incierto.