En 1765, el químico y físico inglés Henry Cavendish descubrió el hidrógeno y sus propiedades. Tras siglos como elemento prometedor y de futuro, si Cavendish levantara la cabeza comprobaría que hoy todos los ojos están puestos en el hidrógeno. Existe un interés mundial sin precedentes, es casi un tema de moda, presente a diario en los medios de comunicación, y desde el sector energético vamos encadenando anuncios de nuevos proyectos a un ritmo trepidante.

Ante este boom cabe preguntarse, y de hecho me lo han preguntado en algunos foros y entrevistas recientes, por qué el hidrógeno ha pasado de eterna energía de futuro a ser la energía del momento. ¿Por qué ahora y no antes?

En primer lugar, hay que aclarar que el hidrógeno ya se está utilizando, incluso masivamente por ejemplo, en la industria. Cada año se producen en el mundo cerca de 80 millones de toneladas de hidrógeno. España consume anualmente en torno a 500.000 toneladas de hidrógeno, principalmente para fabricar productos industriales, como el amoniaco, y también en refinerías, especialmente en las de Tarragona, Huelva y Cartagena.

El matiz es una cuestión “de colores”: prácticamente todo ese consumo es de hidrógeno gris o convencional, y menos del 1% del hidrógeno utilizado en el mundo es hidrógeno verde, también llamado hidrógeno renovable, según datos de la Agencia Internacional de la Energía.

Es el hidrógeno verde el que, además de ser versátil, almacenable, gestionable y con diversas aplicaciones en numerosos sectores industriales y en el transporte, es también 100% limpio: no emite CO2 ni en su producción ni en su consumo.

En un análisis serio no hay que pasar por alto que, además de estas indudables ventajas, el hidrógeno renovable también tiene algunos inconvenientes. Se habla de que es menos eficiente tener que producir hidrógeno a partir de renovables que utilizar directamente estas últimas, y es cierto, pero también que el hidrógeno verde desempeñará un papel precisamente donde esas renovables tradicionales no pueden hacerlo.

Otra posible desventaja es que se necesita consumir agua para producir el hidrógeno por electrólisis. Doy un dato menor, que pone de manifiesto que este no va a ser el principal problema: para que un coche eléctrico alimentado por hidrógeno recorra 400 km, la cantidad de agua necesaria para producir ese hidrógeno es aproximadamente la que empleamos al darnos una ducha.

El principal hándicap a día de hoy es el precio. Actualmente el hidrógeno verde es aún entre 4 y 5 veces más caro que el hidrógeno gris, y esa es la razón fundamental por la que hasta ahora no se ha extendido su uso.

En definitiva, la apuesta por el hidrógeno no es nueva, como estamos viendo, y el auge del hidrógeno verde en estos momentos no es casual: es ahora, con los objetivos europeos de descarbonización en el horizonte, cuando se ha visto con claridad la necesidad de desarrollarlo, de escalarlo y de hacerlo competitivo, por el importante papel que puede tener para que Europa alcance la neutralidad en carbono en 2050.

Si no nos preocupase el cambio climático, no estaríamos haciendo esfuerzos para extender la utilización del hidrógeno verde. Pero si de verdad queremos reducir emisiones, si realmente estamos comprometidos con la transición energética, hay que asumirlo: lo necesitamos.

Por eso el Pacto Verde europeo lo ha situado como un vector energético clave para la descarbonización, que es a su vez la palanca estrella para la recuperación de Europa y el avance hacia una economía sostenible.

Precisamente los fondos europeos Next Generation van a contribuir a hacer competitivo en esta primera fase al hidrógeno verde, que está en una situación similar a la de las renovables tradicionales, éolica y solar, en sus inicios en España, hace una década.

Resolver el tema del precio es crítico, porque tenemos que descarbonizar, por supuesto, pero siempre velando por la competitividad de las industrias europeas. Ampliar el número de proyectos de hidrógeno verde y aumentar la capacidad de producción de electrolizadores son pasos necesarios para ir reduciendo su precio progresivamente.

Las empresas estamos contribuyendo muy activamente a este proceso. En Enagás llevamos años trabajando en gases renovables como el hidrógeno verde, y por eso impulsamos ya 55 proyectos por toda España y con más de 50 socios. Sabemos que ser un continente neutro en carbono en 2050 es un enorme desafío, y que para conseguirlo, además de la electrificación y de las tecnologías actualmente disponibles, va a ser importante contar con nuevas soluciones energéticas. Y por eso es ahora, definitivamente, el momento en el que el hidrógeno verde está llamado a despegar.